jueves, 14 de junio de 2007

En la víspera de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús

La profecía de Ezequiel

Ezequiel 36:
24 Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país.
25 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.

Esta profecía se cumplió el día en que murió Jesucristo. Así lo explicaba Benedicto XVI el pasado Viernes Santo
“Esta es la profunda intención de la oración del Via Crucis: abrir nuestros corazones y ayudarnos a ver con el corazón”; agregó al Santo Padre, al explicar que “los padres de la Iglesia consideraban como el más grande pecado del mundo pagano la insensibilidad y la dureza de corazón. Por ello amaban al Profeta Ezequiel, que decía: ‘Os arrancaré el corazón de piedra y os daré un corazón de carne’”.

Benedicto XVI añadió que “Convertirse a Cristo quería decir recibir un corazón de carne, sensible a la pasión y el sufrimiento de los otros. Nuestro Dios no es un Dios lejano, intocable en su beatitud, sino que tiene un corazón”.

“Más aún, tiene un corazón de carne, se ha hecho carne precisamente para poder sufrir con nosotros y estar con nosotros en nuestros sufrimientos”, agregó.

“Se ha hecho hombre para darnos un corazón de carne y despertar en nosotros el amor por los sufrientes y necesitados. Oremos por todos los sufrientes del mundo, para que Dios nos de realmente un corazón de carne, nos haga mensajeros no sólo con las palabras sino con toda nuestra vida”, concluyó el Santo Padre.

De su corazón traspasado brotó sangre y agua
Jesús confió a santa María Faustina el significado de los dos rayos de luz, roja y blanca, que manaban de su costado y que quedaron reflejados en la imagen que mandó pintar:
Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas... Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi Corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza. Estos rayos protegen a las almas de la indignación de Mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios" (Diario,299)
Vivir a la sombra de esos rayos significa tanto como frecuentar los sacramentos, en especial los de la Reconciliación y de la Eucaristía.
Un mandato y una promesa para los sacerdotes:
proclamar la misericordia de Dios
Diles a Mis sacerdotes que los pecadores más empedernidos se ablandarán bajo sus palabras cuando ellos hablen de Mi misericordia insondable, de la compasión que tengo por ellos en Mi Corazón" (Diario,1521)
Rom 6, 3-4: ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.


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